sábado, 29 de mayo de 2010

No creo en la revancha

Agotado después de un dia mas de lo mismo,
Llego a su casa, se puso a escuchar el único
Tema que lo hacía calmar por las noches.
Una canción llena de paz, donde
Rememoraba recuerdos de infancia,
De cuando la vida, era vida al fin.
Se acostó sin ganas de comer,
Miro las fotos pegadas
En su placard por un largo tiempo,
Hasta que soltó un llanto desconsolado,
Abrazando una vieja almohada de hilo tejido.
Le dolía el estomago, y tenía arcadas de pensar
En el día siguiente.
Su vida ya no era la misma,
Había luchado lo suficiente y nada cambiaba
Sus padres no iban a volver a estar juntos,
Sus hermanos ya tenían otra vida,
Pero el seguía en ese cuarto de pieza
Diminuto y solo.
Se sentó en la cama, sacó la billetera de su
Bolsillo, la vio vacía y la tiró contra la pared.
Se agarro la cabeza apoyando los codos en las
Rodillas.
Después se levantó precipitado,
Abrió la vieja heladera, que apenas funcionaba
Y solo había una botella de agua.
Miró atentamente el cuarto, la mesita de madera
En la que en ocasiones comía,
La silla con una pata floja y el techo
Con esa abertura del ventilador que nunca
Pudo poner.
Un escalofrío corrió por su frente,
entonces no lo dudó.
Se acerco al placard,
Besó cada foto; su hermana
Con su sobrino; su mamá y el cuando eran chicos;
Su papá, el que siempre estuvo ausente.
Tomó un papel, una lapicera y escribió una nota,
Dejándola después sobre la mesa.
Acercó la silla a la abertura del ventilador,
Hizo un nudo en el techo con una soga,
Que usaba para mantener la heladera cerrada.
Se subió a la silla y el otro extremo de la soga
La anudó a su cuello.
Miró al techo, llorando,
Cerró los ojos, respiró profundo y salto.
La nota decía:
“Cobardes aquellos
que no logramos dejar el pasado atrás”...

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