Resulta que debo sentirme culpable,
Por evitar repetir el mismo trauma por décima vez, el mismo insulto o maltrato.
Que soy culpable por finalizar la oración, cuando siempre las empezabas.
Que me falta coraje para volver a insistir una y otra vez metiendo el dedo en la yaga.
Que me falta más olvido y menos orgullo cuando despedazas mi entero ser con palabras.
Que me sobra tiempo para ser detallista y tu sin el para observar el daño que has hecho.
Resulta que el de la última palabra es el culpable, el que no tiene amor, cuando me he cansado de entregarlo al maltrato.
Resulta que prefiero ser la mala, a condenarme a una vida dónde los traumas están por encima y el olvido se hace costumbre, junto con la mentira de que no se repetirá.
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