viernes, 13 de septiembre de 2013

¿Hemos aprendido algo?

¿Hemos aprendido algo?
¿O simulamos que hacemos lo correcto?
¿El disfraz afecta al que lo ve?, ¿O a uno mismo?
Cuando decimos: "Voy a hacer lo posible",
¿Realmente lo hacemos?
¿O nos conformamos con el primer intento?
"Lo siento"... ¿Cómo o por qué lo decimos?
¿Porque lo sentimos?, ¿Decora una situación o frase?, ¿O porque queda bien?
Ejemplo: alguien muere, uno va al velorio de una persona no conocida, busca al familiar conocido y dice "lo siento"...
¿Podemos asegurar que lo sentimos verdaderamente en ese caso?

¿De donde salen? ¿Quién las creó? A éstas, las llamadas PALABRAS CONFORMISTAS.
Otras de ellas son, el "nunca" y "para siempre".
No deberían existir, creo fervientemente que no son reales, que en la mayoría de los casos hacen daño y que cuando se las menciona, en mi experiencia, pierden peso apenas terminan de ser nombradas.
Ejemplos:
"Nunca voy a cruzar esa puerta"...
"Esto siento que es para siempre"...
"Nunca te diré o haré tal cosa"...
"Este dolor quedará en mi para siempre"...
Nunca... Para siempre...
No existe tal cosa, así como las promesas inventadas; esas que de niños cruzábamos los dedos detrás de la espalda, como salvándonos de hacerlo; sólo que ahora, de grandes, no cruzamos los dedos y lo decimos sin miedo.
¡El miedo!
Ya no tenemos miedo a hacer daño, no nos pesa una mentira.
Las promesas, hoy no son promesas.
No hay respeto ni cuando decimos respetar algo.
Estas dos, junto con el compromiso, terminan cuando no nos convienen.
El uso y desuso de las personas, las cosas, momentos.
La ilusión en uno mismo que queda solo en sueños, porque no existe situación perfecta, ni tampoco perfectos.
Entonces, ¿Hemos aprendido algo?
¿O seguimos con palabras y hechos conformistas?
¿Quién es el primero en negarlo?

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