Me asomo desde un acantilado,
Hay un infinito que me observa
Desafiante, arrogante.
Sin embargo, el sol, en ese contraste, alucinante,
Lleno de matices rojos, anaranjados y amarillos
Imponente, bello y perfecto, descansa sobre el mar.
Luego bajo la mirada
Y una piedrita blanca
Transparente me pide
Que la recoja…
La tomo entre mis manos
Y me pregunto
¿Cuántos años y sacudidas tuvo?
¿Cuántos roces y golpes?
¿Cuántas largas noches a la deriva en el mar?
¿Y cuántos fueron sus días de gloria?
¿Cuánto le habrá costado llegar a donde llegó?
Luego pienso, la comparo conmigo,
Y la suelto con desprecio.
Luego me suelto yo…
Hay una guerra interna de pensamientos…
Demoro segundos y vuelvo a levantarla.
Se que es tan luchadora como yo.
La tomo entre mis manos y la llevo conmigo,
Para hacerle compañía o ella a mí.
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