martes, 3 de mayo de 2016

Carta de una ascendida.

Elegimos cuanto vivir,
también
Cuando morir.
Lo sentimos en el aire,
En otras caras que miramos
Y sonreímos en despedida.
en el tiempo
Despiadado que fue
Encargándose de los hechos,
Calzando todo
Como en un engranaje.
Lo bueno, lo malo, lo que costó,
Lo que fue fácil, los amores,
Las peleas, las guerras,
Las victorias, las sonrisas y
Lágrimas. La hermandad,
El amor de madre, los amigos,
Los paisajes, las tormentas.
El cielo, el mar, el viento,
La tierra, el agua.
Un abrazo.
Lo percibimos en el cuerpo,
En las otras almas que nos saludan.
Al fin lo supe.
Era llegar al momento, a los últimos días,
Para saber como sería ésta despedida.
El alma ya desprendida del cuerpo,
Abraza a todos los seres que me
Han rodeado en esta vida.
Por más dolor que haya,
Nada se podrá hacer para que
Me retengan.
Mi sueño fue vivir, sentir,
Aconsejarlos en esta vida
Lo hice. Me conocieron.
Ese es mi legado.
Paz, amor y comprensión
Ante todas las cosas.
Estoy más allá ahora.
Los miro desde lejos.
No sufran mi ausencia.
Desde aquí nada duele,
Soy una luz que brilla
Desde lo más puro.
He sanado. Estoy con él
Y en todas partes.
Estoy en paz conmigo misma.

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