Es la desgracia que condena
A los desconocidos del dolor.
La angustia se hace presente
En el laberinto de la memoria,
Solo por disfrutar
De un trágico sabor amargo.
Ya no vive su vida,
Se ha hecho dueña de la ausencia.
Aunque en su presente
vomita
La eterna desesperación.
Mientras va caminando
Con los pies de un encadenado,
Que lleva sus llagas de trono
Tanto rascarse con el
destino,
Finalmente para estrellarse
En el precipicio de una
Triste intención.
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