Nos olvidamos que podemos encontrar la felicidad en otras cosas, por otras causas.
Cada situación es un aprendizaje, una experiencia. Lo importante es volver a renacer. Encontrarnos en el camino de la fe, volver a creer. No vinimos para estar solos en esta vida, solo que a veces sucede que no elegimos a la persona correcta, o vemos en una persona algo que simplemente no esperábamos. Eso es signo claro de que no estaba destinado a estar en nuestras vidas.
Nunca hay que arrepentirse de lo vivido, ni recordarlo con rencor. Tenemos que quedarnos con las cosas buenas, sonreír porque fue hermoso que haya pasado por nuestra vida y seguir adelante. Logró su cometido, nos enseñó lo que nos faltaba aprender.
Es así como valdría la pena todo ese recuerdo, sin dolor, sin rencor, sin odio. Aceptando que la vida lo trajo, porque algo tenía que enseñarnos y que seguro no olvidaremos. Teniendo la certeza también, con toda la tranquilidad, de que si no pudo quedarse, es porque no estaba destinado a ser.
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